lunes, 7 de enero de 2013

El microondas.



Tardé tres días en aceptar que el microondas se había estropeado. La primera vez que saqué la taza de él y sentí que estaba fría volví a meterla, pensé que quizás lo había tenido poco tiempo. Un minuto después la taza seguía igual de fría y toqué todas las ruedecitas para ver si algo se había desconfigurado. Hubo un segundo intento con igual resultado y tres horas después, un tercero y un cuarto. “Ya sabemos todos como son estos aparatos… quizás mañana”, pensé.

A la mañana siguiente, quizás por el sueño y por la costumbre, volví  a meter la taza en el microondas y a los dos segundos salió igual de fría. Pegué la oreja cuidadosamente al aparato y, como un ladrón de bancos, fui girando las ruedecitas cuidadosamente hacia un lado y después hacia el otro. En un punto, un pequeño “cleck” sonó y pensé que aquéllo separaba la avería de la funcionalidad. Ansioso, metí la taza de nuevo y probé su funcionamiento con la rueda a un lado y luego con la rueda al otro: No funcionó, pero aquel pequeño “cleck” me abría un abanico de posibilidades que no estaba dispuesto a dejar pasar. probé calentar en potencia I, en potencia II, en potencia III, con el plato fijo, con el plato girado, con el grill, sin el grill… Probé a colocar la ruedecita en el dibujito ese que nadie sabe para lo que es e incluso saqué un trozo de carne de congelador e intenté descongelarlo sin éxito. Agotado lo dejé.

Al día siguiente, habiéndolo dejado descansar un tiempo prudencial, metí un vaso de agua con la esperanza de que se calentara, pero dos minutos después el vaso seguía igual de frío, igual que dos minutos después y otros dos después y otros dos después… Al final, aquel día, cansado, me senté en el suelo de la cocina y asumí que, por mucho que me jodiese, el microondas había dejado de funcionar y que no iba a calentar más. No me equivoqué.

Fue allí sentado, en el suelo de la cocina, donde me acordé de ti y pensé que contigo, cuando te fuiste, también me pasó un poco lo mismo que con el microondas; pensé que nadie me iba a calentar más.  En tu caso sí que me equivoqué, aunque eso no quiere decir que no eche de menos tocar de vez en cuando tus botones.
   

0 comentarios:

Blogger Template by Clairvo