Tardé tres días en aceptar que el microondas se había
estropeado. La primera vez que saqué la taza de él y sentí que estaba fría
volví a meterla, pensé que quizás lo había tenido poco tiempo. Un minuto
después la taza seguía igual de fría y toqué todas las ruedecitas para ver si
algo se había desconfigurado. Hubo un segundo intento con igual resultado y
tres horas después, un tercero y un cuarto. “Ya sabemos todos como son estos
aparatos… quizás mañana”, pensé.
A la mañana siguiente, quizás por el sueño y por la
costumbre, volví a meter la taza en el
microondas y a los dos segundos salió igual de fría. Pegué la oreja
cuidadosamente al aparato y, como un ladrón de bancos, fui girando las
ruedecitas cuidadosamente hacia un lado y después hacia el otro. En un punto,
un pequeño “cleck” sonó y pensé que aquéllo separaba la avería de la
funcionalidad. Ansioso, metí la taza de nuevo y probé su funcionamiento con la
rueda a un lado y luego con la rueda al otro: No funcionó, pero aquel pequeño “cleck”
me abría un abanico de posibilidades que no estaba dispuesto a dejar pasar. probé
calentar en potencia I, en potencia II, en potencia III, con el plato fijo, con
el plato girado, con el grill, sin el grill… Probé a colocar la ruedecita en el
dibujito ese que nadie sabe para lo que es e incluso saqué un trozo de carne de
congelador e intenté descongelarlo sin éxito. Agotado lo dejé.
Al día siguiente, habiéndolo dejado descansar un tiempo
prudencial, metí un vaso de agua con la esperanza de que se calentara, pero dos
minutos después el vaso seguía igual de frío, igual que dos minutos después y
otros dos después y otros dos después… Al final, aquel día, cansado, me senté
en el suelo de la cocina y asumí que, por mucho que me jodiese, el microondas
había dejado de funcionar y que no iba a calentar más. No me equivoqué.
Fue allí sentado, en el suelo de la cocina, donde me acordé
de ti y pensé que contigo, cuando te fuiste, también me pasó un poco lo mismo
que con el microondas; pensé que nadie me iba a calentar más. En tu caso sí que me equivoqué, aunque eso no
quiere decir que no eche de menos tocar de vez en cuando tus botones.
0 comentarios: