Nos
encontramos la otra noche en un bar;
Yo había
salido a cenar con unos del trabajo,
A él parece
que el destino le había tratado mal
Y había
salido a buscarle a la vida un atajo.
No le había
vuelto a ver desde aquel último día en el instituto
En que le vi,
por última vez, bebiendo cerveza, fumando un canuto.
Me invitó a
tomar un trago y a explicarle lo que hago…
Cómo me iba
en la vida…
Y mientras
le hablaba me fijé
En que me
miraba con la mirada perdida.
Él me
explico que se había separado
Porque había
probado
Que no
servía para amoríos.
Me dijo:
“Ríete si quieres,
Descubrí que
no me van las mujeres,
Que me ponen
los tíos”.
A mi cabeza
vino el recuerdo de aquel día
En el que
demostró su hombría
Dándome un
puñetazo.
La chica que
a mí, por aquel entonces, me molaba,
Mientras yo
me desangraba,
Con él se
fue del brazo.
Le conocían
en los billares
Por sus
malabares con un botellín,
Si hacía
falta remataba de cabeza.
Todos sabían
que era un pieza,
El rey del
futbolín.
Recordé al
eterno machito,
Al pequeño
hombrecito
Por el que
todas suspiraban su nombre.
No me cayó
un mito
Sino que le
dije: “Nenito,
A mí también
me ponen los hombres”.
Entre risas
y risas de alcohol
Exprimimos a
recuerdos el corazón
Sacándole
todo el zumo.
No sé
cuántas veces llegué a decir:
“Ésta por ti
y por mí”
Y “Gracias, pero ya no fumo”.
Y en aquel
carrusel del pasado
No dejó de ser
recordado
Ni el
despacho del director guarrete,
Ni las tetas
de la chica mala de la clase,
Ni las
frases que poblaban la puerta del retrete.
Aquella
noche nos abandonamos al alcohol
Y entonamos
la canción de los buenos borrachos
Y brindamos
por la vida y el placer
Y recordamos
que una vez
Fuimos
solamente unos muchachos.
Cogiéndole
del cuello se le dibujo una sonrisa en los mofletes
Cuando le
dije: “Mira hacía allí”.
Y entre
risas y alcohol, cero a siete
Gané al rey
del futbolín.
Recuerdo que
cuando nos echaron del bar
Me invitó a
tomar
La última en
su casa
Y, aún en el
portal, él estaba tan mal
Que
insistía; “Pasa, pasa”,
Me despedí
de él.
Le dije: “Un
placer, tengo tu número, si te parece te llamo”
Y me dijo:
“Llámame, te quiero volver a ver,
A ver cuando
quedamos”.
Cansado de
que el teléfono sonase sin contestar
Me presenté
en el bar un día, después del trabajo,
Y allí me
explicaron que a él la vida le había tratado tan mal
Que había
salido a buscarle a la muerte un atajo.
Aquella
noche nos abandonamos al alcohol
Y entonamos
la canción de los buenos borrachos
Y brindamos
por la vida y el placer
Y recordamos
que una vez
Fuimos
solamente unos muchachos.
Cogiéndole
del cuello se le dibujo una sonrisa en los mofletes
Cuando le
dije: “Mira hacía allí”.
Y entre
risas y alcohol, cero a siete
Dejé que me
ganara el rey del futbolín.
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