miércoles, 6 de marzo de 2013

El rey del futbolín.




Nos encontramos la otra noche en un bar;
Yo había salido a cenar con unos del trabajo,
A él parece que el destino le había tratado mal
Y había salido a buscarle a la vida un atajo.

No le había vuelto a ver desde aquel último día en el instituto
En que le vi, por última vez, bebiendo cerveza, fumando un canuto.

Me invitó a tomar un trago y a explicarle lo que hago…
Cómo me iba en la vida…
Y mientras le hablaba me fijé
En que me miraba con la mirada perdida.
Él me explico que se había separado
Porque había probado
Que no servía para amoríos.
Me dijo: “Ríete si quieres,
Descubrí que no me van las mujeres,
Que me ponen los tíos”.

A mi cabeza vino el recuerdo de aquel día
En el que demostró su hombría
Dándome un puñetazo.
La chica que a mí, por aquel entonces, me molaba,
Mientras yo me desangraba,
Con él se fue del brazo.

Le conocían en los billares
Por sus malabares con un botellín,
Si hacía falta remataba de cabeza.
Todos sabían que era un pieza,
El rey del futbolín.

Recordé al eterno machito,
Al pequeño hombrecito
Por el que todas suspiraban su nombre.
No me cayó un mito
Sino que le dije: “Nenito,
A mí también me ponen los hombres”.

Entre risas y risas de alcohol
Exprimimos a recuerdos el corazón
Sacándole todo el zumo.
No sé cuántas veces llegué a decir:
“Ésta por ti y por mí”
 Y “Gracias, pero ya no fumo”.

Y en aquel carrusel del pasado  
No dejó de ser recordado
Ni el despacho del director guarrete,
Ni las tetas de la chica mala de la clase,
Ni las frases que poblaban la puerta del retrete.

Aquella noche nos abandonamos al alcohol
Y entonamos la canción de los buenos borrachos
Y brindamos por la vida y el placer
Y recordamos que una vez
Fuimos solamente unos muchachos.

Cogiéndole del cuello se le dibujo una sonrisa en los mofletes
Cuando le dije: “Mira hacía allí”.
Y entre risas y alcohol, cero a siete
Gané al rey del futbolín.

Recuerdo que cuando nos echaron del bar
Me invitó a tomar
La última en su casa
Y, aún en el portal, él estaba tan mal
Que insistía; “Pasa, pasa”,
Me despedí de él.
Le dije: “Un placer, tengo tu número, si te parece te llamo”
Y me dijo: “Llámame, te quiero volver a ver,
A ver cuando quedamos”.

Cansado de que el teléfono sonase sin contestar
Me presenté en el bar un día, después del trabajo,
Y allí me explicaron que a él la vida le había tratado tan mal
Que había salido a buscarle a la muerte un atajo.

Aquella noche nos abandonamos al alcohol
Y entonamos la canción de los buenos borrachos
Y brindamos por la vida y el placer
Y recordamos que una vez
Fuimos solamente unos muchachos.

Cogiéndole del cuello se le dibujo una sonrisa en los mofletes
Cuando le dije: “Mira hacía allí”.
Y entre risas y alcohol, cero a siete
Dejé que me ganara el rey del futbolín.

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