lunes, 13 de agosto de 2012


Creo que voy a considerar la opción de Adela de ir al psicólogo para sacarte de mi cabeza. He estado pensando en ello y quizás no es mala idea. Quizás tampoco es mala idea la opción de ir también a un cardiólogo para que me ayude a curarme las cicatrices que tengo en mi corazón. Y, pensándolo bien, quizás también deba ir a la esteticién a que me quiten los restos de tu piel que aun conservo bajo mis uñas.

¿Qué te parecería si fuese a aquella maquilladora, aquella que era amiga de Felipe, a que me disimule las ojeras que me causas? Ya puestos podría ir también a mi médico de cabecera para que me recetase algo contra el mal de amores y a mi enfermera para que me vacunase de los tíos canallas como tú.

Voy a ir al digestólogo para que deshaga de una vez este nudo que tengo en la boca del estómago y que lleva tu nombre. Voy a ir al oculista para que cuando te acerques te vea venir y al otorrino para que compruebe que mis oídos están bien y que era tu boca la que mentía. Voy a ir a un chamán para que me limpie el alma de tus mentiras y al dentista para que me diga si esta boca es mía o sigue siendo tuya.

Eso si, entiéndeme, al podólogo no pienso ir, en lo mío contigo, no quiero que nadie me quite lo bailao.

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