Como el
perro que espera una caricia,
Cabizbajo y
arrodillado, a los pies del dueño;
Como si no
pudiese cesar en el empeño
De esperar
de él muestra más propicia.
Como si le
fuese la vida en la delicia
De ese breve
afecto que le roba el sueño;
Como si no
le importarse sentirse tan pequeño,
Incapaz de
diferenciar lo justo de la injusticia.
Si miro
hacia mí, hacía dentro, así me siento;
Como el
perro que espera el momento
En que
llegue la caricia de su amo.
Y, mal y tarde,
me arrodillo de nuevo
Y recuerdo, esperando
servil en el suelo,
Que
era yo el que se movía, no tu mano.
Conmovedor!
ResponderEliminarBesos