viernes, 1 de febrero de 2013


Mi madre siempre dice que el amor es como el café: hay gente que se lo toma largo y gente que lo toma expreso, gente que lo prefiere descafeinado y gente que lo prefiere fuerte, gente que se lo toma muy dulce y gente que lo saborea amargo. Luego hay quien se lo toma solo y hay quien se lo toma acompañado, algunos incluso optan por un trifásico. Según mi madre, también hay aquellos que nunca lo prueban porque dicen que no les gusta y también hay otros que cuando acaban uno ya están empezando el siguiente.
Pero los buenos cafeteros, como los buenos amantes, saben que siempre hay que degustar la taza de café que se tiene delante como si fuese única porque quizás lo siguiente que nos depare la vida no sea un café y sea simplemente un té de esos sin teína. Y eso, amigos, sabe muy mal.

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