Hoy he recordado aquello que me decías de que un día ibas a
rebuscar las monedas que se quedan perdidas en los bolsillos; aquellas que
encuentras meses después olvidadas en abrigos, tejanos o mochilas; aquellas que
ni siquiera recordabas.
No suele ser mucho dinero, ni suele pasar a menudo, pero
cuando te encuentras una te hace ilusión porque es como encontrar algo que no
fuese tuyo. Siendo sincero, sirven de poco. No son grandes fortunas; son, con
suerte, sólo céntimos o algún euro que, sin saber cómo, quedó olvidado.
A veces, estas monedas, sirven para no cambiar un billete,
para no cambiar uno de esos grandes que, según mi madre, “cuando se dan, ya no
vuelven”. Y a veces sólo sirven para engrosar más el monedero a la espera de
ese pico que pagaremos en céntimos bajo la inquisidora mirada de la dependienta
mientras nosotros sumamos céntimos de uno en uno.
Hoy en el bolsillo del pantalón me he encontrado una moneda
y me he acordado de ti. A veces pienso que mi recuerdo para ti no es más que
una moneda perdida en un bolsillo; algo que encontrarás un día y que meterás en
el monedero de los recuerdos, algo que apilarás junto a otros recuerdos y con
el que pagarás el olvido de tu futuro, algo que entregarás para no cambiar uno
de esos grandes que “cuando se dan, ya no vuelven”.
Alguien debería decirte alguna vez que algunas monedas, como
yo, cuando se dan, tampoco vuelven.
Yo a menudo me encuentro billetes!!
ResponderEliminarBilletes arrugados y húmedos que se quedaron en aquel tejano después de una fiesta.
Nunca recuerdo de cual ni de con quien estaba, pero se que con él no.
Cuando me queda un billete, se que es el momento de irme, para que tomarme la última copa si ya no aparecerá.