Hoy, mientras hacía
limpieza, he encontrado en casa una nota tuya. Escrita a mano, con tu
caligrafía, me ha traído recuerdos de tiempos pasados que creía ya olvidados.
He tenido que respirar profundo un par de veces, pero ni por esas me he salvado
de ver rodar por mi cara un par de recuerdos de épocas pasadas.
A veces me sorprendo a mí mismo pensado en cómo te pude
hacer eso y pienso qué se me pasó por la cabeza en aquél momento. Entiéndeme,
no es que me arrepiente, es solamente que, en ocasiones como esta, el pasado me
llega de golpe, como si de un tsunami se tratase, y me deja ahogándome en un
mar de recuerdos en el que todavía me cuesta bucear sin que al coger aire para
respirar no me inunde la melancolía los pulmones.
He vuelto a guardar tu nota y los recuerdos bajo el montón
de cosas pendientes que tengo para este año; bajo aquella pila de facturas,
recibos y pagarés de relaciones pasadas que tengo siempre pendientes de ordenar
y que al final siempre acabo almacenando.
Algún día voy a tener que ponerme en serio y personarme en
la ventanilla de devoluciones para ingresar los recuerdos en el banco del
olvido. Eso sí, los tuyos pienso seguir guardándolos, tengo la esperanza de
conseguir nadar algún día en esas pacíficas aguas. Aunque al intentarlo me deje la vida en ello.
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