Otra vez he vuelto a dormir mal esta noche. Otra vez este
maldito cansancio por la mañana y este sueño arrebatador que me hace apagar el
despertador una y otra vez como si no tuviese que ir a trabajar. Cinco minutos
más. Cinco minutos más, me digo. Y luego tengo que echar a correr entre tejanos
que no me suben mientras doy saltos por el pasillo y me quemo los labios con el
café.
La culpa es tuya, toda tuya. La culpa es tuya porque me
cuesta dormirme y en lugar de contar ovejitas me pongo a contarte a ti y te
imagino a ti saltando esa valla imaginaria. Ese pequeño espacio color azul
cielo que imagino se empieza a llenar de ti; un tú, otro tú, otro tú… Y cuantos
más tú cuento, más tú hay y más me despierto porque tú y tus copias de ti empiezan
a invadir el espacio de mi sueño y en lugar de dormir me excito y en lugar de soñar
me despierto.
Es gracioso, por eso, imaginarte corriendo por ese espacio
azul cielo. Siempre apareces por un lado, siempre saltas correctamente la vaya,
siempre empiezas a amontonarte en la otra parte. ¿Podría denunciarte por
ocupación? ¿Podría denunciarte por robarme de sueño?
¿Denunciarte? ¿Para qué? Sé que esta noche volverá a costarme
dormir y volveré a imaginarme ese pequeño espacio color azul cielo donde irás
saltando la valla que hay en medio, y tú y tus copias volverán a robarme de
nuevo el sueño. Y, cuando todo tú llenes mi sueño y me despierte y vuelva a
contarte para intentar dormirme de nuevo, me preguntaré, casi al borde de caer
en el sueño, por qué siempre que te cuento apareces por la izquierda de mi
sueño e intentaré razonarlo e imaginármelo a la inversa pero para entonces ya
estaré cayendo en el sueño.
cuando yo tengo una de esas noches, que es muy a menudo, jamás he conseguido contar más de una oveja. La muy tonta sale por la izquierda, salta y tropieza con la valla espatarrarse allí inmóvil, diría que tan muerta como mi intento de dormir... cuando me doy cuenta suena el despertado.
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