jueves, 26 de septiembre de 2013

Papá.



A papá siempre le gustó aparentar. No en vano, los domingos siempre limpiaba el descapotable en el jardín delantero de casa. Siempre hacía el mismo ritual; empujaba el coche con mimo hacía delante, sacándolo del garaje, lo mojaba con la manguera y luego, con delicadeza y esmero, lo enjabonaba minuciosamente para después enjuagarlo, secarlo y abrillantarlo.

Podía estarse casi toda la mañana limpiando el coche; dejándolo impoluto, bajo la atenta mirada de los vecinos que, o a través de las ventanas o paseando por la calle, miraban con atención como mi padre lo limpiaba y le sacaba brillo.

Ningún vecino en toda la calle tenía, por aquel entonces, un descapotable, así que el ritual de limpieza del mismo se convertía para mi padre en un signo inequívoco de ostentación frente al vecindario.

Tras la exhaustiva limpieza, Papá volvía a empujar el coche con mimo al garaje y allí lo dejaba hasta el próximo domingo para volver a repetir el mismo ritual.

Cualquiera que hubiese sido un poco avispado, cualquiera que hubiese sido capaz de mirar un poco más allá, se hubiese dado cuenta de que papá nunca encendía el coche, de que nunca lo ponía en funcionamiento sino que sólo lo empujaba hacia atrás y hacia delante para sacarlo o meterlo del garaje. Cualquiera algo avispado hubiese pensado que lo hacía porque el coche estaba estropeado, pero la verdad era que papá había comprado aquel descapotable, para aparentar frente al resto del vecindario, pese a no tener carnet de conducir. Cualquiera algo avispado se hubiese dado cuenta de que desde hacía años papá decía siempre la misma cantinela cuando le preguntaban por mamá. “Ha marchado unos días a ver a unos parientes”, decía, cuando en verdad hacía ya años que mamá se había marchado para no volver jamás. Aquello no lo decía por aparentar, aquello lo decía porque era incapaz de aceptar que mamá se había marchado.

1 comentario:

  1. aparentar, simular, disimular, no querer reconocer nuestros fracasos. La historia así la escribimos, así nos va la historia.

    demoledor relato desde un domingo cualquiera

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