jueves, 5 de septiembre de 2013

Ese asiento.


A veces me quitan el asiento en el autobús; ese que no es mío pero que al sentarme en él cada día me da la sensación de que me pertenece.

Igual me pasa con la mesa en la cafetería en la que cada día tomo café. Me gusta sentarme en esa mesa, en la que da a la esquina y toca al ventanal, porque desde allí, con la espalda hacia la pared, puedo ver toda la cafetería.

Llevo años sentándome allí, pero a veces cuando llego está ocupada por un par de mujeres o por un señor que lee el periódico, ajenos a que, sin ser de nadie, ese es mi sitio y ellos lo ocupan indiferentes.

Igual me pasa con la plaza de parking en el trabajo, nadie la tiene asignada, pero esa, la tercera empezando por la derecha, es la mía y la utilizo siempre salvo cuando viene algún despistado y aparca en ella sin pensar, sin saber que aunque no sea de nadie esa es mía.

A veces pienso en ti y pienso en si me pasará lo mismo contigo. Pienso en si te confundiré con ese asiento en el autobús, con ese que no es mío pero que al sentarme en él cada día me da la sensación de que me pertenece. Pienso en si me pasará contigo como con la mesa de la cafetería y llegaré un día y habrá otro sentado en ella tomando café. Pienso en si me pasará como con la plaza de parking, que un día llegaré yo a aparcar y resultará que otro ya habrá puesto su coche.

Y pienso, que si eso ocurre, qué parte de culpa será tuya y que parte de culpa será mía; Tuya por dejar que cualquiera se siente o mía por creer mío algo que quizás no me pertenece.

1 comentario:

  1. Que bonito. Que cierto! Tristemente como dice un amigo mio... nadie es de nadie. Yo creo que si deberiamos ser parte de alguien, aunque tengamos fecha de caducidad.

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