miércoles, 26 de septiembre de 2012


Eres un sol.

La clase estaba siendo muy aburrida. Tomás levantó un palmo la mano del pupitre y descubrió la sombra que su mano proyectaba sobre la mesa. El sol entraba fuerte por la ventana y Tomás levantó la vista buscando la luz. Lentamente giró la mano en el aire y vio como su sombra basculaba sobre la mesa. “¿Te aburres, Tomás?”, le preguntó la profesora y, acto seguido, dibujó un pequeño circulo en la pizarra y lo coloreó con tiza amarilla, después dibujó nueve círculos más de diferente tamaño. “Esa luz que llega hasta tu mano, Tomás, hace ocho minutos que salió del sol. Y en ocho minutos ha recorrido todo este espacio para llegar hasta ahí”. “¿Ocho minutos?”, preguntó atónito Tomás moviendo la cabeza de su mano a la profesora y de la profesora a la mano. “Si, ocho minutos, para llegar hasta tocar tu piel y hacerte sentir mejor, para iluminar tu mesa… Pero el sol también puede ser dañino por lo que debemos protegernos de él; con cremas, con gorros, bebiendo mucha agua… ”. Tomás levantó la vista y vio como la luz entraba por la ventana, iluminaba algunas motas de polvo que flotaban en el ambiente e iba a parar a su mano. “¿Se puede viajar al sol?”, le preguntó la profesora a Tomás pero Tomás ya no la escuchaba, mirando a través de la ventana se imaginaba vestido de astronauta recorriendo esos largos ocho minutos.

Cuando llegó a casa Tomás explicó a su madre todo lo que había aprendido en la escuela y, cuando su madre le sorprendió diciéndole: “Tú si que eres un sol”, subió corriendo a su habitación y puso la mano en el cristal de la ventana; si él era un sol en ocho minutos un rayo saldría de su mano para iluminar a alguien. Ocho largos minutos más tarde su vecina, la señora Fitch, se asomó por la ventana y vio a Tomás con la mano en el cristal. Guiñándole un ojo no pudo hacer otra cosa más que sonreír.

1 comentario:

Blogger Template by Clairvo