Michael Waet se levantó aquella mañana de navidad como si fuese una más. Comenzó su rutina de ejercicios, intentó realizar algunas flexiones, sacó del armario la goma elástica… No lo hacía para quemar la cena del pavo de la noche anterior, cuyo sabor aún le parecía tener en la boca, no. Lo hacía simplemente porque aquella, por extraño que a otros les pudiese parecer, para él, era una mañana más.
Evidentemente también estaba aquello de que, como a él le gustaba decir: <<tampoco podía hacer mucho más “mientras los demás duermen”>
Cuando acabó de entrenar, se acercó al gran ventanal frontal y desde allí miró hacia fuera. Mil veces se había dicho la noche anterior que no lo iba a hacer, pero sin saber cómo acabó con su dedos en el frío cristal mirando como la oscuridad lo inundaba todo fuera. No pudo evitar que una lágrima rodara por su mejilla mientras se nublaba ante él aquella oscuridad. Mira que lo había intentado evitar, mira que se había dicho a sí mismo que no lo iba hacer, pero el frío del cristal en la punta de sus dedos le hizo ponerse triste y pensar cual lejos estaba de todos y de todo. Se sentía sólo.
Supongo que Michael no será el único que haya sentido el frío cristal, la oscuridad y la soledad en este tiempo. En cualquier caso, gracias por el relato. Seguro que entra las 19 canciones restantes, alguna acaba siendo tarareada...
ResponderEliminarFelices Fiestas!!!